Aquella sentencia, nunca aceptada por la iglesia, fue dictada el 22 de enero de 1973, con una mayoría de siete jueces contra dos. El fallo del máximo tribunal de Justicia estadounidense definió un marco limitado dentro del cual, en virtud de su derecho a la privacidad, una mujer podía interrumpir legalmente su embarazo.
En aquel entonces, las abogadas Sarah Weddington y Linda Coffee presentaron una demanda colectiva en nombre de una embarazada que impugnaba una ley por la cual el Estado de Texas prohibía el aborto.
Norma McCorvey ya madre soltera cuando, embarazada por tercera vez, quiso abortar, pero no pudo porque Texas lo permitía solo en caso de que la gestación pusiera en peligro la vida de la mujer o el feto.
La mujer acudió a la justicia bajo el seudónimo de Jane Roe y se enfrentó al fiscal de Dallas, Henry Wade. La instancia jurídica más alta del país tomó el caso unos meses más tarde en base a un recurso de Roe contra el fiscal Wade, pero también sobre el del doctor James Hallford y el de John y Mary Doe, una pareja sin hijos que deseaba interrumpir una gestación en completa legalidad.
Tras escuchar a todas las partes, la Corte Suprema esperó a que se celebraran las elecciones presidenciales de 1972 y el republicano Richard Nixon fuera reelegido para hacer pública su decisión, tomada con siete votos a favor y dos en contra.
El derecho al aborto en Estados Unidos, que no está garantizado por la legislación federal, se basó desde entonces en la jurisprudencia que marcó la histórica decisión del Tribunal Supremo.