Como jesuita, estuvo evangelizando en América después de que Colón viajase por segunda vez al continente y el rey esclavizase a la población negra. El santo trabajó sobre todo en la ciudad colombiana de Cartagena de Indias, enclave estratégico de la ruta de las flotas españolas y epicentro del comercio de esclavos. Allí permaneció como misionero 40 años, trabajando junto al padre Alfonso Sandoval. Acompañaba y asistía a los esclavos que llegaban a la ciudad y eran expuestos como mercancía. Aunque tuvo algunos problemas entre la sociedad de su tiempo por la labor que realizaba, continuó con su obra, bautizando a miles de esclavos.