De estar semiseco como pocas veces en su historia a volcar agua a través de su embudo y válvulas sólo pasaron seis o siete semanas.
Las intensas lluvias de enero y principios de febrero hicieron el milagro y el lago San Roque se llenó, obligando a evacuar los excedentes hídricos ante el temor de que potenciales nuevas crecientes generen problemas en el casco céntrico de la ciudad.
La impecable fotografía de Luis Tortolo de esta mañana muestra el San Roque a pleno, evacuando agua sobre el embudo y con el imponente puente Gobernador José Manuel de la Sota de fondo.