De madrugada hubo fiesta de la promo en el boliche local. Estamos acostumbrados a no dormir, a que orinen, causen destrozos, se metan al patio. Esta vez pasó a mayores. Un pibe de Santa Eufemia andaba por los techos -alega que otros muchachos le querían pegar- y en el taller de mi viejo cayó al vacío al pisar una chapa de policarbonato de las transparentes. De yapa al estar encerrado rompió vidrios, revoleó herramientas, tumbó estanterías. Hay que dar gracias de que cayó arriba del auto, aunque lo hizo pelota. Nos queda además de los daños materiales, el trastorno emocional y todas las complicaciones que este incidente acarrea en lo inmediato en cuanto a la movilidad familiar. Los invito a reflexionar cada uno desde su rol. Hoy fue un susto. Mañana puede ser una tragedia.
Fuente: Lic. Cristian Armitano.